Senda
Yo era un poeta. Me gastaba el tiempo contemplado los detalles vergonzosos de las casas bonitas, me sentaba a explicarme las caras preocupadas de la gente que veía en la calle, era más meditabundo, más vagabundo. Jamás me sentí cansado. Iba a dónde quería. Si me ganaba la soledad visitaba a algún amigo o salía con amigas. Asimilé el proverbio de no desear para no sufrir, y para no desear forjé mi escepticismo. Fui incrédulo para evitar las cárceles de la fe y el amor. Todo eso ha cambiado... Ahora que pretendo vestir bien y ganar un sueldo mejor, sé que una misma cosa se pierde para bien y para mal.
César Antonio
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