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Cenizas

Volví a esa carpeta larga de madera que servía de banca en el patio. Me senté.   No sé por qué de pronto tuve ganas de cortarme el cabello. Tomé un mechón y lo estiré hasta la punta de mi nariz. Cabello negro y grueso, enmarañado, alámbrico.   Me saqué los lentes. Una nube me volvió a figurar un avión roto; un poste de luz de dos faroles, un tuerto rubio. Quise ver y vi caras sin rostro, desfiguraciones, una toma miope. Hacía mucho frío y no temblaba. Tenía un cigarrillo en el corazón. Lo sé por las cenizas. Vi luego mis manos. Tamborileaban despacio en la madera. Mis uñas estaban limpias. Una cicatriz cerca de un nudillo brillaba, relieve tosco y antiestético. Mis dos manos son antiestéticas. Son feas, toscas, porosas, fuertemente marcadas, con dedos medianos. Algunas callosidades me han formado en las yemas los acordes de una guitarra. Me cansé de tamborilear. Junté los brazos y pegué en ellos mis ojos   cerrados. En la oscuridad, frente a mis párpados, apareció una aureola verde que

Colonial y marmóreo

        Uno ama lo que sufre, lo valora, lo arraiga a su corazón. Yo amo cada libro de todos estos estantes, amo a cada lector de esta sala de quienes quisiera despedirme con un abrazo, amo este teclado con el que escribo porque todavía estoy aquí, informalmente trabajando porque me dieron la noticia de que mis prácticas finiquitaron la semana pasada. Desde hace varios días me he quedado despierto hasta las dos de la mañana, en medio de tareas y trabajos pendientes de la Universidad y el Colegio, porque tengo un cuento que no he terminado. El personaje principal: la Biblioteca Nacional. Quise terminarlo antes de que se acabaran mis prácticas, pero es un cuento tan a la aventura y tan divertido. Leo a Bryce, a García Márquez y a Sofocleto para darle soltura, picardía y un poco de sátira constructiva. Pero como decía, no lo he terminado. Será mi deuda con este templo del saber, colonial y marmóreo. Será mi deuda porque aquí aprendí a querer el oficio de bibliotecario y la necesidad d

Soneto

Kilometrudo examen parcial; péndulos números vienen y van; sobre cabezas de  humo vendrán teoremas de una materia esencial. Y quien  no recuerda, ni a clamor, La fórmula oscura, artificio especial, mira agobiado la pregunta fatal Y atomiza con rabia su borrador. ¡Oh! Vallejo, han usurpado tu hora la aritmética, la trigonometría, el tío Baldor, la geometría. Y Trilce, desconcertante siempre, Ha quedado hoy desconcertada. ¡Mi clase… clase transmutada! César Antonio

La Dama Oceánica

Si fueras un mar Si fueras un sol débil Abandonaría mi corazón Y mis huesos En un bajel sin rumbo.     César Antonio

Gotita del alma gotera

 A Nicole C . S. Lagrimita, Gotita del alma gotera Serpentea en mi cara morena Y Dame tu beso salado. Lagrimita, Gotita del alma gotera   Inunda granitos de arena Frente a mis pies   alados. ¡Ha salido el sol! César Antonio

Pichanguita

Como jugador de fútbol soy buen poeta. Me voy armado a jugar la pichanguita en la loza del barrio. Me voy armado con mi camiseta aliancista, mis zapatillas Tigre, mi gaseosa bien helena para la sed. Seis contra seis. Los más recios van a la regida para escoger a la gente: Chato pa’mí; Caraechancho pa’ mí; Pelao pa mí; Caraepalo pa mí… Quedo solo yo al final. ¿Quién me ganará? Rigen los dictadores. El que pierde me tiene en su equipo. Como jugador de fútbol soy buen poeta. (Lo de buen poeta solo es un decir) César Antonio

Mentiroso

La frase de hoy es la que apareció hace cuatro años en un suplemento de El Comercio. Es de la autoría de Jaume Perich y dice así: “Cualquier idiota puede decir la verdad. Para mentir hace falta imaginación”. Yo añadiría que también hace falta memoria. Porque yo he dicho muchas mentiras en lo que voy de mentiroso, especialmente cuando los méritos propios ya no alcanzan para conquistar una mujer bonita (todo vale). Sin embargo esta vez no le mentí a una moza pretendida. Lo hice con una amiga. Y me sentí muy mal. ¿Remordimiento? No; se dio cuenta. Perdonen que abuse hoy de las frases, mas cae aquí a pelo unas palabras de Azorín quien, a su vez, cita a Montaigne: “A mí me place el comercio de los amigos —dice el español, y luego prosigue— pero yo sería infeliz si no pudiera sustraerme a todo esto cuando yo quiero, es decir, si no tuviese un lugar donde esconderme ”. Por varias semanas estuve desaparecido para las amistades. Paseaba por veredas ermitañas; filas de   butacas vacías se pel

Éxodo

Como ama de casa desde los doce años. Desde los doce años hasta los veinte, refregando, planchando las camisas, los sacos, las medias húmedas. Se cansó de vivir como ama de casa desde los doce años. Por fin se largó y subió a ese barco viejo, antaño de timonel fresco y lustroso. Cruzó el mar vigoroso bajo un cielo plomo poblado de aves de ceniza. Pero ya era libre, ya no se sentía como ama de casa desde los doce años. En cualquier momento encontraría el Edén sin víboras ni adanes. César Antonio

Cambios

Conforme pasan los años sospecho que uno va dejando la actitud rebelde y renovadora de las cosas. Los años nos encojen, nos ponen la hostia del conservadurismo en la boca, encontramos armonía en la disciplina y el orden, ya no en la vehemencia. Si la juventud es alegría y aventura, la vejez es reflexión. La vejez es ir a paso lento por el último tramo de la vida. —      Hijo, ¿qué tal las clases con el profesor Antonio? Fue mi profesor también. Recuerdo que nos contaba temas interesantes sobre la vida, la historia y la literatura. —      La clase del profesor Antonio terminó en sueño, papá. —      ¡Te quedaste dormido! —      No, yo no. El profesor.  César Antonio C

El mal menor

-         ¿Se puede tomar una pastilla con gaseosa? -         Mejor pásatela entera -         Mejor pásame un vaso. -         ¡No, cuñao, no te arriesgues! Pásatela entera. -           Te dije que me pases un vaso para sacar agua de ese estanque. -           ¡Estás loco! Ese estanque está lleno de larvas. No seas imbécil. Mejor tómate la pastilla con gaseosa. -           Como tú digas. Hoy  entierran a Carlos. Dicen que murió a causa de un problema gástrico, creo que porque se pasó con una Coca Cola un analgésico. Por cierto, su gran amigo, su inseparable José, no ha venido al velorio. César Antonio

Frases para mi olvido

* - ¿Qué quieres ser de grande? - Niño. ** La Historia se aprende; luego toda ella es una mentira ¿Fantasías objetivas? *** Qué triste es amar sin ser correspondido; pero más triste es ir al baño sin haber comido. (coplilla estudiantil) **** Desgraciadamente en cada reencuentro no puedo guardar nunca la seriedad ni el misterio ¡Me inundo de alegría! ***** En el baño pienso; en el examen la cago. (reflexión estudiantil; deberían tomarmos examen en el retrete) ****** ¡Un poema al árbol viejo! Celebran al autor y a su poema; se olvidan del señor añejo. César Antonio

La fosa perpetua

Soñé que había nacido en una gran fosa y que otras criaturas nacían conmigo. Éramos sombras aglutinadas en una profundidad tenebrosa en donde nadie tenía la mínima inquietud de preguntarse qué había allá arriba, afuera de la fosa, en donde no veíamos más que dos lumbreras, una amarilla y otra azul, que cruzaban cada cierto tiempo mientras nosotros brincábamos excitados. En la espesa oscuridad comíamos tierra y procurábamos no movernos mucho para no irritarnos entre roces que provocaban un altercado de rugidos propio de las bestias. Cansado de esa vida de placenta, tomé la decisión de escapar en la próxima ocasión en que la lumbrera azul apareciera sobre nosotros. Cuando así sucedió, inicié el altercado con unos bruscos movimientos en el afán de trepar por las arenosas paredes de la fosa. Sentía cómo la tierra penetraba en mis ojos y en mis uñas, mientras que las otras criaturas tiraban de mí hacia abajo. Entre gritos y fuerza yo no me rendía y volvía a trepar escarbando las paredes co

El paseante solo

Es mucho más fácil permanecer tan solo en mis zapatos. Es mejor andar por Lima sin que nadie rompa la paciente contemplación de sus atrios barrocos. Tonto el que se adjunta compañía: la calle deja de ser ancha, no se puede saborear la lluvia, y por doquier jardín de manos ofrecen sus rosas de artificio. Interesa más llevar una cámara fotográfica, capturar al árbol triste o el agua de las piletas. Ir detrás de la noche como el solitario que derrama el mismo y reflexivo par de huellas. César

Por uno por uno

      Yo sé que él está orgulloso de mí, aunque no lleve su apellido y aunque no viva con él. Ya tengo veintiún años. A mi edad él ya tenía un pequeño de más o menos cuatro años, algo llorón, sí, no lo niego, y que apenas sabía hacerse las orejas de conejo para anudarse los zapatos.       César Gustavo Torres Zevallos, mi viejo, que nunca me ha parecido viejo. “¡Pero si con tu padre no se puede hablar nunca en serio!”, se queja de él mi tía Rosa. Siempre casi está bromeando, hasta sus canas de entrado en los cuarenta parecen una broma. Me divierto cuando cuenta cómo le enseñó a mi tía Carolina a caminar, cuando era una niña de apenas año y medio de edad. La ponía en medio de la pista y esperaba que viniera el ómnibus de la ENATRU, entonces la pobre se paraba y no solamente caminaba, sino que corría por su vida hasta llegar a la vereda. Felizmente mi padre no aplicó esos métodos conmigo.       Vivía con él en la pequeña casa del abuelito Torres. A nosotros nos tocaba la cama de arriba

San Marcos: 460 años

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       Q ue San Marcos es la Universidad más antigua de América, que por sus aulas pasaron las mentes más iluminadas del Perú y que hasta un Nobel tiene. Es toda una ciudad con un estadio en donde se dan conciertos súper estelares y, en fin, nada se le compara a la Decana, nada. Y por eso has quemado pestañas por tu ingreso, has porfiado cuando por más de una vez no aparecía tu nombre en las angustiosas listas y al costado, en mayúscula: ALCANZÓ VACANTE. Has soportado largas horas en las duras bancas de las academias, te habías acostumbrado a los simulacros y sus preguntas cerradas de cinco alternativas, pasaste días enteros en bibliotecas públicas y municipales, desarrollaste un aprendizaje “datero”, pero recontra “datero”, que sin datos de cultura general ni fórmulas matemáticas no podrías haber resuelto las áreas de RV y RM. Al final, una buena mañana, no pudiste esperar los resultados del examen de admisión, buscaste el periódico o entraste al Internet, y ahí viste tu nombr

Alejandra Storni

La biblioteca azul ya no sería el palacio de las enésimas alas escritas, sino un cementerio de libros mudos si Alejandra no vuelve. El idiota tiene mi nombre. El idiota aprende mucho de la vida, porque para aprender necesita perder los regalos más valiosos que por gracia ha recibido. “Nadie puede reemplazar nunca a nadie. Cada persona ocupa espacios diferentes”, me dijo una vez una sabia ermitaña siglos antes de su peregrinación. Si Alejandra no vuelve no habrá otra Alejandra. Entonces vendrá otra vez el terror de despertarse y poner los pies sobre el vacío.  César Antonio

Camino al topus uranus

"Pero tengo el camino de la intención de lograr algo / en un país donde la cultura / se pierde con las almas de la ignorancia". Estos han sido versos de "Yo soberbia", un poema de Maribel Gutierrez a quien he conocido hace poco más de un mes y con quien gusto conversar en cada oportunidad porque ella, profesora de literatura, poeta y actriz claun, tiene esa inquietud sublime, pero vana, de vivir haciendo arte en medio de una sociedad algo cada vez más mecánica y superficial, agredida por la gris rutina del trabajo, los estudios o el hogar. Ahora quisiera presentar un poema de ella lleno de magia y enteramente onírico. Maribel, al parecer, siempre está corriendo, siempre persiguiendo sus ideales, y en este poema, "Siento", irá en pos de su ermitaño redentor, aquel por el que recita:  Nada con un semidiós en la punta de mi lengua ni vómitos ateos a la caída del sol Yo solo quería arreglarme la falda arrugada de melancolía y seguir al ermitaño hasta el

El inocente

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El inocente A Oswaldo Reynoso Coronada de cal la melena de un hombre recorrido Robusto   y alto blanco   insólito. Mira a través de sus gruesos anteojos esa Lima que muy bien él conoce, esa ciudad de los reyes plomos, la que levantó antros para recoger a Carambola o al Rosquita; o para consolar en un bar, vanamente, al Revólver; o para llevar a Miguel a la plaza San Martín y ver con él cómo el Libertador se cae del caballo. Es una Lima donde en octubre no hay milagros, más monstruosa desde los tiempos de la radiola, más rebelde que el rock, menos inocente de noche ¡Indecente de madrugada! Ciudad venosa y hormiguera Crece por el don de la musa Metropolitana   Y por un tren eléctrico al que le faltan los tomacorrientes. Como el Príncipe, seguimos durmiendo cuatro en un solo catre, Y luego una Olla nos quiere mandar al servicio militar Por callejeros y pendejos. ¡Ya no podemos ir a la playa a jugar con la inocencia, pues los restaurantes   nos ganaron la licencia! … Oswaldo Reyn

Rascasuelos

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¿Cómo ser un ermitaño Si me encuentro en el nivel más alto De un edificio de cifras de finanzas? Y cuando marque la salida Afuera más Micerino Más Keops Más Kefren Y largos caminos de brea seca Por donde corren o se atoran Pesados y bulliciosos Gargareando Elefantes de chatarra. Veré puentes, Semáforos, paraderos, Chifas,  grifos, bares, academias, Enamorados, solitarios, feos, príncipes En la noche peor del mes Con un cielo desenchufado. Y me preguntaré: ¿Cómo ser un ermitaño O mejor Cómo ser un cuervo? César Antonio

Réquiem mártir

     A las tres de la mañana fue llevada de emergencia al hospital María Auxiliadora. Retorciéndose de dolores, la Gringa no podía palparse el dolor en la espalda; las esposas no le permitían llevar las manos hacia atrás. Venía del penal de mujeres bastante grave. Estaba casi sola, a no ser por la señora policía que la acompañó hasta los pasillos en donde la abandonaría diciéndole: Ya vendrá una enfermera a verte… ¡Aguántate y no exageres!      La Gringa era una rea por asuntos políticos. Ella era de esas personas que creía que para acabar con la injusticia había que liquidar al injusto. Llegó muy lejos con esa idea. Era una mujer radicalmente convicta de sus pasiones. Ha pasado siete años en la cárcel por liderar una célula guerrillera durante los años de terror. Pero nunca fue terrorista; tampoco se amarró con el ejército. Peleó más bien por defender a las víctimas en medio de las aguas negras. Por hacer colgar a malos uniformados que abusaron de mujeres fue condenada. En la cárcel

Otra opinión electorera más

(Esto no es precisamente literatura) Ayer, reunidos por el cumpleaños de mi amigo Enrique, encontramos un brevísimo espacio para hablar de política, hablar como un tema que llena el silencio, para hacer amena la reunión. A alguien se le ocurrió preguntar: “¿Por quién van a votar?”. (Esa pregunta suelo hacer yo cuando no sé de qué hablar con alguien). Cada uno dio su opinión y su candidato: Ollanta, Castañeda, PPK… (Ese último me lo enyucaron a mí. Alguna vez me animé por él, pues tiene ideas concretas para que por lo menos los pobres en el Perú vivan con dignidad). Cuando me preguntaron por quién votaría yo, dije que prefería reservarme de decirlo, porque luego no quería que cuando ganase mi candidato e hiciera después una cochinada en su gobierno me dijeran: “¡Ajá! ¡Tú votaste por él!”. Esto no se compara a Pedro negando a Jesús, porque Pedro tenía sus convicciones en Jesús, solo que tenía miedo. Yo no estoy convencido por ningún candidato. Todavía tengo la duda. Mis razones son simp

El sino de María

Aquellos sujetos jamás sabrían del exquisito placer que reside en la entrega limpia de los cuerpos. Lo de ellos era una chulada, un vulgar apetito de sexo que llenarían en cualquier orificio de María. Ella, alcoholizada y estúpidamente alegre, dejaba que la tocaran a sus anchas dentro de una ruinosa combi desaseada. Uno decía: ¡Hoy metemos pistola, Charlie! Y el otro: ¡Sí, y la metemos rico! Mientras tanto María parecía una loca, movía los hombros y la cintura al ritmo de una canción descarada. Vestía una percudida blusa negra de tirantes que se le caían de los hombros y un short cortito que dejaba ver sus anchas piernas. Los pies los tenía sucios y se había recogido descuidadamente el cabello con un carmín. En el barrio mucho se habla de María. ¡Vaya a ver cuántos indecentes sobrenombres ya le pusieron las vecinitas! Pero pocos saben que su tío había abusado de ella a los seis años y que no acabó el colegio porque su madre decía: Y ésta, ¿para qué va a estudiar? Es mujer, que lave pl

Poeta blanca en la biblioteca azul

Te llamo enamoradamente, mas no quiero que dejes de escribir ni que escuches a mis ojos. Gracias por la mañana y la gentileza de estar sentada allí, escribiendo, intensa poeta. Pero relájate algo, recógete el cabello, despeja tus ojos en un punto que no sea blanco. Deja que la idea venga paciente como una ola espumosa que surca el azul. Cuando la ola rompa déjale el tango a tu mano escribiente y condena, alegremente, tus palabras en la celda virgen de las hojas. César Antonio