Otra opinión electorera más

(Esto no es precisamente literatura)

Ayer, reunidos por el cumpleaños de mi amigo Enrique, encontramos un brevísimo espacio para hablar de política, hablar como un tema que llena el silencio, para hacer amena la reunión. A alguien se le ocurrió preguntar: “¿Por quién van a votar?”. (Esa pregunta suelo hacer yo cuando no sé de qué hablar con alguien). Cada uno dio su opinión y su candidato: Ollanta, Castañeda, PPK… (Ese último me lo enyucaron a mí. Alguna vez me animé por él, pues tiene ideas concretas para que por lo menos los pobres en el Perú vivan con dignidad). Cuando me preguntaron por quién votaría yo, dije que prefería reservarme de decirlo, porque luego no quería que cuando ganase mi candidato e hiciera después una cochinada en su gobierno me dijeran: “¡Ajá! ¡Tú votaste por él!”. Esto no se compara a Pedro negando a Jesús, porque Pedro tenía sus convicciones en Jesús, solo que tenía miedo. Yo no estoy convencido por ningún candidato. Todavía tengo la duda. Mis razones son simples: Alejandro Toledo me parece un hablador; PPK es bueno, sin embargo está muy ligado a las empresas mineras extranjeras; Castañeda me parece más un constructor, aunque le guardo simpatía; Keiko Fujimori… ¡jamás votaría por ella! Nuestro sistema judicial se levanta de a pocos después de tanto juego corrupto que imperaba ahí dentro, pero gracias a un juez impecable como César San Martín las cosas van cambiando. Si yo fuera César San Martín y si Keiko Fujimori llegara al poder, pues dejaría mi cargo porque sé que el ejecutivo querrá demoler el sistema judicial que condenó a su padre. Finalmente está Ollanta, que quizá sea el candidato más lúcido de esta campaña (no lo digo por quedar bien con nadie, pues en la reunión con mis amigos la mayoría levantó la mano por él). No obstante Ollanta Humala me da cierta inseguridad, quién sabe si puede convertir su gobierno en esas formas autoritarias que existen en Cuba, Venezuela y Bolivia. (Un amigo venezolano me contaba en la biblioteca que Venezuela se está yendo abajo, que siente tristeza por su país.) Es cierto que uno no puede saber exactamente que sucedería si el sistema nacionalista-democrático de Ollanta se implantaría, pero hay que arriesgarse, si no nunca experimentaremos el cambio. Las personas tienden a los cambios radicales. Bien por ellos. Los felicito. Yo perdí eso desde que terminé la academia. Las cosas radicales muchas veces terminan por manipularme ciegamente. Bien por los que pueden discernir. Prefiero la posición de Gabriel, el personaje de Arguedas que en la cárcel de El Sexto se mantuvo firme con una manera personal de entender a los hombres y a su país y de proceder con sentido común entre dos bandos extremos: los apristas y los comunistas.


Sea quien fuera el futuro presidente del Perú (hay que acostumbrarse a la idea de que no hay más cartas en la mesa, de que no tenemos más opciones. Todos los demás candidatos están en la contienda electoral haciendo de mantequilla). Mi indecisión fue la causa real por la que preferí decir en la reunión que me reservo mi intención de voto. La verdad es que no me siento solidario con ningún candidato, si en su mandato es de lo peor, no quiero sentirme defraudado después. (¿Y si tiene un gobierno estupendo diré: ¡Yo vote por él, señor!?). Esta indecisión mía desvirtúa a los candidatos. Soy una de las carnecitas que deben ganar. Bill Klinton o Kennedy (perdonen la imprecisión), uno de los dos, decía que en una campaña política no se debe intentar ganar a los electores que ya tienen candidato. Es una pérdida de tiempo convencerlos. Lo que importa es ganar a los indecisos. En fin, ésta ha sido mi opinión, aunque no haya podido decirla en el cumpleaños de Enrique. Soy tal vez como Cortázar que decía que no sabía argumentar frente a frente con alguna persona. Siempre perdía. Me sucede lo mismo a mí. Soy algo retardado con las buenas u ordenadas ideas. Prefiero escribir y corregir luego de meditar en lo que estoy diciendo. Es como aconsejaba Hemingway a los escritores (yo pretendo serlo todavía): “Un escritor debe escribir lo que debe decir, y nunca hablar de ello”.


César Antonio

Comentarios

VeroniKa ha dicho que…
qué politico no hace cochinadas, siempre decepcionan. aunque sea en algo. Y entonces ya habrá motivos de charla para innumerables cenas.

saludos desde el ser.
La sonrisa de Hiperion ha dicho que…
La política y su cochina constumbre de hacer lo contrario de lo que necesita el pueblo...

Saludos y un abrazo.

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