El paseante solo


Es mucho más fácil
permanecer tan solo en mis zapatos.

Es mejor
andar por Lima
sin que nadie rompa
la paciente contemplación
de sus atrios barrocos.

Tonto el que se adjunta
compañía:
la calle deja de ser ancha,
no se puede saborear la lluvia,
y por doquier
jardín de manos
ofrecen sus rosas de artificio.

Interesa más
llevar una cámara fotográfica,
capturar al árbol triste
o el agua de las piletas.

Ir detrás de la noche
como el solitario que derrama
el mismo y reflexivo
par de huellas.

César

Comentarios

Verónica Calvo ha dicho que…
Un poema muy reflexivo. Me lleva a ponerme en mis propios zapatos para que la soledad me acompañe y poder saborear los detalles que observo. Pero cuando me pongo en los zapatos del otro encuentro buenas compañías también y juntos dejamos huellas mientras caminamos.

Un abrazo
José Antonio del Pozo ha dicho que…
Ah, esa demorada contemplación solitaria de los atrios barrocos.
Excelente.
Saludos blogueros
VeroniKa ha dicho que…
si capturas al arbol triste, me lo traes.

besitos
La sonrisa de Hiperion ha dicho que…
Ir detrás de la noche, hasta encontrarla.

Saludos y un abrazo.
José Antonio del Pozo ha dicho que…
"La calle deja de ser ancha,
no se puede saborear la lluvia"
sí, hay cosas que demandan soledad radiacal... para luego poder volcarlas al oido de quien gustes.

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