Hace frío. El Otoño desviste a señores y damas que tienen tronco de leña; el cielo ha vuelto ha deprimirse; el mar exhala un vaho que hiela las manos, las mejillas… Los fantasmas recorren las calles sin ser cautelosos; tropiezan, se disculpan, y siguen su trayecto. Ellos aman este clima tétrico. Buscan un lúgubre castillo; pero, tontos, aquí no hay castillos, ni casas habitadas por arañas empolvadas y huéspedes sin más cuerpo que únicamente huesos. Yo los veo a través de la neblina, los veo aunque no soy un fantasma. Curiosamente, ellos no me ven a mí. Voy tras ellos, sigiloso, hasta estar cerca. Una vez llegado, silbo, tarareo, canto fúnebremente; los espectros me escuchan, se estremecen, se sacuden (porque no pueden temblar), se atormentan con los sonidos que emito; con mi voz de corista sórdido, y jamás querido por oído alguno sobre la faz de la Tierra. Despavoridos, los tontos fantasmas vuelan raudamente, refugiándose dentro del madero de un árbol, o sumergiéndose en el asfalto. Yo
Dedicado a San Valentín. Mala leche que no se me ocurrió uno de amor. Mi vida está llena de perros que ladran feroces; moscas en verano; escaleras larguísimas para subir los cerros; grillos que ornan con su canto la noche en su esplendor; cuadernos atestados de irreparables poemas e inacabables cuentos; libros, bibliotecas y catálogos; una guitarra enamorada y rota que jamás voy a parchar. Entre todo, quisiera decir que mi vida también está llena de ausencias; Pero lo mejor, es que también está llena de mi corazón. César Antonio
La maestra de tejido es guapa. La maestra me enseñará lecciones básicas del arte de tejer. Ella coge los palitos, de esta manera, así, metes por aquí, das una vuelta por este lado, coges, sacas y listo, ¿ves cómo queda? Sí, veo sus manos blancas, sus dedos largos haciendo no sé qué enredos con el hilo; no estoy concentrado en cómo se hace el punto. Ella me repite la técnica pero lo que se enreda es mi cabeza. Ahora hazlo tú, me dice, así, ¡no, así no! Primero coge bien los palitos, das una vuelta por ese hueco, ¡no, por el otro! ¡Pero no sueltes el hilo!... Te estás saltando los puntos, mira cómo está quedando, ¿no ves que no están apareciendo las curvitas?, ¿te fijas? Sí... claro..., ¿qué curvas? La maestra de tejido va a perder la paciencia conmigo. Gracias al cielo no se hace hígado mientras me corrige, más bien se burla de mis destrezas manuales. Y más se burla si me ve minucioso, empeñoso, peleándome con la punta desgraciada del palito que, caramba, por estar muy ajustada con
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