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Mostrando entradas de mayo, 2009

30 de mayo

Cuando te beso toda el alma se me va a los labios. Es una maravilla sentirte, más que cerca, pegada a mí, aterrizada en mí, explorándome con los ojos durmientes, palpando mi pasión con tus palabras inhibidas, tratando de explicarse con otras palabras difuntas, que son mías, que se explican con articulaciones silentes. Tu beso no se posa en mí, sino que se destruye en mí, se desintegra en mí, vive hasta fatigarse, hasta gastarse, y mientras fenece, cristianamente resucita mis vientos para que yo desafíe a todas mis muertes. Vuelve a besarme, con esa fuerza con la que provocas que el tiempo duerma en la niebla, girando sobre nuestras cabezas y los hombros, en una danza suave y encantadora. Vuelve a besarme, y comprende que el amor no se busca en los defectos, sino en las virtudes. Porque yo nací con el bufido de Dios, y con ese ardor te amo, y con ese ardor te beso. César Antonio.

Entrevista

—Buenos días, Señor —dijo el joven de facciones morenas, delgado y de anteojos. Entraba al despacho del gerente-entrevistador. —Buenos días —respondió el gerente, un hombre alto con rasgos extranjeros, parecido a un catalán. Dirigiéndose al joven le indicó:— Tome asiento. El hombre tomo los papeles que contenían la documentación y hoja de vida del joven entrevistado. Ojeó cada dato y detalle. Luego, mirando al joven, le preguntó: — ¿Qué sabe hacer? — Yo, señor, estoy apto para cualquier trabajo. Sé defender mis derechos y acatar mis deberes tanto como asumir responsabilidades siempre y cuando no absorba el tiempo que dedico a la libertad y a hacer lo que más me gusta. —Entonces dígame qué es lo que más le gusta hacer. —Escribir, señor. El trabajo para mí es solo para tener dinero para comer, ir al médico y divertirme de vez en cuando. Pero escribir es mi vocación. — ¿Y qué escribes? —De todo. Artículos, poesía, cuentos, relatos, ensayos, anécdotas… El entrevistador asintió como haciend

Nepturno

Podríamos escribir sobre un Chavo del 8 viendo a los niños con sus ocurrencias tan graciosas como la siguiente: Tengo dos hermanos: Pierre y Nicole. Ellos discuten, juegan, se ofenden, compiten, y detrás de todo eso se nota que el uno sin el otro tuviera una vida muy aburrida. —Tu abuelita es karateka —le dice Pierre a Nicole. —La tuya se cree un Power Ranger —contesta Nicole, sin quedarse atrás, y sin darse cuenta que la abuelita de Pierres es también la de ella. — ¡Pero la tuya maneja camión!... —responde, piconamente, Pierre. Yo me mato de la risa oyéndolos. Hace una semana, mientras jugaban Agogó y tenían que decir nombres de planetas, Pierre cometió un error que me hizo reír hasta más no poder. — ¡Venus! —dijo Nicole. — ¡Tierra! — respondió Pierre. — ¡Mercurio! — exclamó Nicole. Y aquí viene la poca memoria de Pierre respecto al conocimiento de los planetas... — ¡ Nepturno ! —dijo él; pero Nicole lo corrigió. —Tonto eres, Pierre. No se dice Nepturno ;

Gasparines

Imagen
Hace frío. El Otoño desviste a señores y damas que tienen tronco de leña; el cielo ha vuelto ha deprimirse; el mar exhala un vaho que hiela las manos, las mejillas… Los fantasmas recorren las calles sin ser cautelosos; tropiezan, se disculpan, y siguen su trayecto. Ellos aman este clima tétrico. Buscan un lúgubre castillo; pero, tontos, aquí no hay castillos, ni casas habitadas por arañas empolvadas y huéspedes sin más cuerpo que únicamente huesos. Yo los veo a través de la neblina, los veo aunque no soy un fantasma. Curiosamente, ellos no me ven a mí. Voy tras ellos, sigiloso, hasta estar cerca. Una vez llegado, silbo, tarareo, canto fúnebremente; los espectros me escuchan, se estremecen, se sacuden (porque no pueden temblar), se atormentan con los sonidos que emito; con mi voz de corista sórdido, y jamás querido por oído alguno sobre la faz de la Tierra. Despavoridos, los tontos fantasmas vuelan raudamente, refugiándose dentro del madero de un árbol, o sumergiéndose en el asfalto. Yo