Hoja de vida
Estoy pateando lata, una lata sonora y hueca que hace eco hasta el final de la calle. Y esto es incoherente con la cantidad de oportunidades laborales que se me presentan, casi siempre por los buenos amigos que hacen de mi agencia de empleo y que me pasan la voz y me dicen César por aquí hay un archivo, César por aquí una biblioteca, César por aquí una chambita que no te debes perder. Y yo preparo mi mejor floro frente a un espejo, acomodo y reacomodo mi hoja de vida, me pongo bien tiza, intento llegar temprano a las entrevistas —nunca llego temprano—; pero nada tiene resultado. Tal vez ya no deba ponerme exquisito con los empleos. Hoy un amigo me llamó muy animado, me habló de un puesto en un archivo en un simpático Ministerio; sin embargo el trabajo me quedaba a dos horas de casa, a tiempo completo empezando desde las 8:00 am, y con un sueldo debajo de lo normal. Lo tuve que rechazar.
Paciencia. Paciencia. Gracias a Dios todavía soy un muchacho. Si fuera un jefe de familia hace rato mi mujer me hubiese tirado la sartén por la cabeza y mi ropa a la calle por no llevar ni un mísero sol a casa. Felizmente mi mamá no hará eso conmigo, ni aunque viva como un escolar. Pero tampoco me quiere ver tirado en la cama, grandulón y vago, esperando el almuerzo.
No he perdido los ánimos ni la autoestima, ojo. Sé que a veces soy un quedado y me agarro de cabezazos en la pared por eso después, pero inepto no lo soy. Puedo aprender rápido las cosas y en lo laboral no soy un conformista. Tengo buenos testigos.
Adjunto estas palabras en mi hoja de vida.
César Antonio
Comentarios
Azaña Ortega
Disculpa, no recordar.
moisés AZAÑA ORTEGA