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Mostrando entradas de julio, 2013

Senda

Yo era un poeta. Me gastaba el tiempo contemplado los detalles vergonzosos de las casas bonitas, me sentaba a explicarme las caras preocupadas de la gente que veía en la calle, era  más meditabundo, más vagabundo. Jamás me sentí cansado.  Iba a dónde quería. Si me ganaba la soledad visitaba a algún amigo o salía con amigas. Asimilé el proverbio de no desear para no sufrir, y para no desear forjé mi escepticismo. Fui incrédulo para evitar las cárceles de la fe y el amor. Todo eso ha cambiado... Ahora que pretendo vestir bien y ganar un sueldo mejor, sé que una misma cosa se pierde para bien y para mal. César Antonio

Minificciones # 1: Alberto Goldman

Alberto Goldman, no eres un hombre de oro, no vales siquiera una moneda de confitería. Entiende: para aprender a tener detalles no te tienes que capacitar, sino recapacitar, envolver en una caja con lazo un poco de tu tiempo, sacrificar unos plazos de sueño, invertir unas monedas en chocolates, salir con ella los domingos. Esmérate ahora que no besas el aire, que no tiras con tus pesadillas. Esa mocosa y berrinchuda que es tan bonita, que te perdona traslacional y rotacionalmente tu falta de poesía, que despreciaría el cielo para seguirte a la fiesta de don Diablo, tiene gastado el hígado y aún más el bobo por culpa de tu mezquina delicadeza. Tú la haces llorar al ritmo de un tratamiento médico, despiertas su genio psicópata, abres el camino de olas verdes para las frases desatinadas e infelices. Luego te quejas, proclamas la libertad, la naturaleza semental y polígama. Y solo tienes una mano en tu soledad y la otra apuntando a un enlace de rubias fingidas. Aquello es como tragarse