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Mostrando entradas de diciembre, 2010

Por el camino de las Nivolas

Veintiún años queriendo concretar un argumento que, en principio, demandaba no más de un año. Decir veintiún años parece hiperbólico, pero la creación artística no es favor de musas inspiradoras, sino un esfuerzo matizado con manías, algunas veces descomunal, que como pensaba el jovencito de los versos que encontramos en la obra de Camilo José Cela: “O la obra mata al hombre o el hombre mata a la obra” ( La Colmena ). Difícil tarea la del escritor. Es el dios de mundos que se le escapan de las manos. Dios de personajes predeterminados que luego se rebelan y rompen los esquemas de la trama y entonces hay que perseguirlos, someterlos a la idea, pero ellos se burlan. A esta rebeldía Unamuno llamaba nivola y está muy bien representada en Niebla . Por eso mismo mi personaje, del que hablo ahora aquí y que lleva veintiún años queriendo esculpir su argumento, se dedica a redactar microcuentos y relatos en un blog (palabra impropia en la jerga poética; otros prefieren llamarla “bitácora”, aunq

Veinte céntimos

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          Nos siguen seduciendo los placeres artificiales entre ruidos de bocinas, multitud de luces en letreros, licores, mayonesas y maniquíes. Para muchos, quincena es ya fin de mes, tiempo en que empiezan a raspar los bolsillos, a estresarse, a regatear por el pasaje en el microbús, a contar los céntimos y a lamentarse y a soñar frente a un escaparate. Uno crece y crecen las necesidades. Recuerdo que cuando tenía seis años, e iba del colegio a casa en microbús, un día un pavor inmenso aceleró mi corazón al dejarme consternado: había perdido el pasaje: había perdido veinte céntimos. Cantidad insignificante en este tiempo y a mi edad. Si aún tendría seis años, trescientos soles sería para mí la vida sin preocupaciones. Pero no solo crecen las necesidades; también crecen las vanidades. Qué fácil sería la vida si aprendiera a vivir bien en lo poco, con las alegrías sencillas o las que no se compran, sin avergonzarme porque tengo una guitarra parchada con cinta adhesiva y que, a pesar d