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Mostrando entradas de septiembre, 2010

El miedo

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Viene por mí rabioso sonando a viento furioso Viene por mí en su barca de muerte surcando el azul espectral Viene lo escucho lo oyen mis huesos, no aquietanse Truenos y relámpagos sacuden las calaminas Viene por mí                         Viene por mí Se extinguen las velas carcajea la negrura cae derrumbada la puerta... Vino por mí y tan solo se llevó mi coraje César Antonio

Enredado

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        Se había cuestionado qué significaba madre y quién de los dos era la madre. Sintió curiosidad por esos cuerpos que, tal como graficaban en un libro educativo, tenían bultos en los pechos llamados senos y una cavidad entre las piernas. Durante los baños en la tina con sus dos padres se percató que los tres tenían semejante miembro, no una cavidad; y pechos planos, no redondos. Cuando preguntó dónde está mamá, ambos respondieron que los dos eran mamá. ¿Y quién es papá? Ambos somos papá. César Antonio

Todo el mundo tiene su historia

Esa noche, en aquel bar al que llegamos de puro estar ambos con el melancólico y reprimido espíritu ávido de desquite, me ha tenido meditando largo tiempo. Eres ya casi toda una mujer, una tremenda amiga, suelta y divertida; pero también eres extraña: cuando taciturnas eres abismo. De pronto callaste, ensimismada como si en vez de licor hubieses libado cicuta. Tenías ganas de decirme algo, de llorar, de romperte en pedazos y de extinguirte. Su fantasma había vuelto por ti, ese ser repudiable asomó por tus ojos, lo vi. Bajaste la mirada, ocultaste el rostro y escuché tus lágrimas. Te acordaste de ese imbécil que siempre se hizo la santa oveja tan sólo para acostarse contigo. Es un idiota, un gran egoísta incapaz de amar y de pedir perdón ante una recriminación justa y de asumir su responsabilidad. Tú no tendrás una gran profesión como la de él, pero eres mucho más persona. No aparentas una bondad para aprovecharte de la confianza. Te ha dejado sola. Lo que tú has hecho para escapar de